domingo, 2 de octubre de 2016

BASTA QUE TENGAS UN POCO DE FE

Fuente: Centro de Espiritualidad y Pastoral : CEP -Venezuela-

La Palabra nos invita a reflexionar sobre el don de la fe, que es la fuerza vital que nos sostiene y nos lanza a mover cielos y tierra para que esta vida sea vivida con amor y con pasión.

En el Evangelio [Lc. 17, 5-10], los discípulos han pedido a Jesús que les «aumente la fe»  y, a partir de esta petición, el Señor les plantea cuatro aspectos que están muy unidos a la fe:

Sólo basta un poco de fe para transformar el mundo. La fe, aunque sea poca, rehace todo desde dentro, porque ablanda la dureza de corazón, limpia el alma, disipa las tinieblas de la mente, purifica nuestros razonamientos estériles y arranca de nuestras entrañas la maldad, hace transparente nuestra vida. Con tan sólo un poco de fe muchas cosas comenzarán de nuevo.

La fe dispone para servir en toda circunstancia. La fe es el don que abre al encuentro con los demás, nos capacita para planos mayores de entrega, de donación y de riesgos. La fe fija nuestra mirada más allá de la apariencia, permite al corazón descubrir las sutilezas de la ternura y hace que la razón capte la pureza de las cosas y de las personas. Con tan sólo un poco de fe aumentará nuestra alegría.

Quien tiene fe, sirve o ama sin esperar nada a cambio. La fe es la fuerza que libera la generosidad, liberando nuestra mente y corazón de la nostalgia que nos petrifica en el pasado, de la avidez que nos paraliza en el presente y de la ansiedad que nos descentra en el futuro. Con tan sólo un poco de fe encontramos paz.

El que actúa con fe no es soberbio sino que reconoce que ha hecho lo que debía y nada más. La fe es la energía que mueve aquella humildad que permite adentrarnos en los secretos del mundo y desentrañar los misterios de la vida, sin adueñarnos de nada, sin instalarnos en nada, sin dejarnos atrapar por nada. Con tan sólo un poco de fe alcanzamos más libertad, tendremos vida de verdad.

La fe es la sal de la vida, anticipa confianzas y certezas que mueven nuestra existencia. Por ello, la fe es la actitud básica, práctica o existencial a partir de la propia visión religiosa y ética de la visa. Esta fe será el termómetro de la calidad de la relación con nosotros mismos, con los demás, con el mundo y con Dios.

Si tenemos fe, se dará una liberación progresiva de todos nuestros miedos. Esta confianza nos hará caer, no en el vacío, sino en la vida, porque, “de noche, cuando la sombra de todo el mundo se junta, de noche, cuando el camino huele a romero y a juncia, de noche iremos, de noche, sin luna iremos, sin luna, que para encontrar la fuente sólo la fe nos alumbra”...

Terminar este momento, rezando con el siguiente texto de Luis Rosales:

DE NOCHE IREMOS, DE NOCHE

De noche, cuando la sombra de todo el mundo se junta, de noche, cuando el camino huele a romero y a juncia. De noche iremos, de noche, sin luna iremos, sin luna, que para encontrar la fuente sólo la sed nos alumbra.

De noche, cuando la paz se aguarda entre la nostalgia, de noche, cuando el dolor no logra encontrar la calma, de noche iremos. De noche, sin luna iremos, sin luna, que para encontrar la fuente sólo el deseo nos alumbra.

De noche, cuando los miedos hacen más denso el silencio, de noche, cuando el temor alarga inmisericorde el tiempo. De noche iremos, de noche, sin luna iremos, sin luna, que para encontrar la fuente sólo el amor nos alumbra.

De noche, cuando la pena no logra encontrar la calma, de noche, cuando la duda en nuestro corazón se arraiga. De noche iremos, de noche, sin luna iremos, sin luna, que para encontrar la fuente sólo la fe nos alumbra.

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