sábado, 4 de octubre de 2014

Todo por los frutos...

  
"El Reino de Dios les será quitado a ustedes,
 para ser entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos».

Escrito por P. Eduardo Casas

Pocas veces en la vida nos sentimos conmovidos, agitados y estremecidos de hondo gozo. No siempre nos estremece el aleteo profundo de las fibras del alma en un espasmo de complacencia, deleite y fruición. En medio de todas las agitaciones y aceleraciones se nos va olvidando el secreto de disfrutar.  

La palabra disfrutar viene del latín cuya raíz “dis” significa “separar” o “sacar” y “fructus”  significa fruto. Literalmente disfrutar es sacar el fruto, sacar provecho de algo. No en el sentido utilitario e interesado sino gratuitamente.

Disfrutar tiene que ver con el “por qué sí” de la vida. Disfrutamos algo “por que sí”. No hay que buscar una razón, una justificación racional  o un motivo necesariamente. No hay que justificar el placer. Está y se siente, se experimenta. Es un regalo que se brinda y se prodiga generosamente. 

El término “disfrutar” no casualmente viene de la palabra “fruto”. Tiene que ver con “sabor”, saborear el fruto. Saborear la vida y lo que se vive. Deja de padecer. 

Sabiduría viene de sabor. El “saborear” la existencia y sus dones es la práctica una sabiduría de vida. Disfrutar es una actitud sabia. Nos gratifica, nos vuelve menos amargos, menos resentidos, menos miserables, nos reconcilia con la vida y sus continuos e inmerecidos regalos. Todo tendría que ser un disfrute. Hay que terminar con el agobio de que todo es una carga, una pena, un castigo, un trabajo, un deber, un compromiso, una responsabilidad, un mandato, un imperativo, una orden.

Hay gente que ha pasado toda la vida preparando el terreno, aireando la tierra, comprando abonos y fertilizantes, consiguiendo semillas y ha cuidado esas plantas pero nunca separa el fruto: no “dis-fruta”. No hay que  hacer crecer el fruto sin permitirse luego disfrutarlo. 

¿Cuál es tu actitud natural y permanente de la vida: disfrutar o padecer?; ¿tu personalidad y tu carácter son más propensos a ver el lado luminoso, vital y placentero de la existencia o –al contrario- te situás en el“otro lado” de la existencia, en su cara más áspera, conflictiva, preocupante y sombría?


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