viernes, 27 de junio de 2014

Homilia del Papa Francisco, en la Fiesta del Sagrado Corazón


"Dios no espera, sino que “da”, no habla sino “reacciona”. No hay sombra de pasividad en el modo en que el Creador entiende el amor por sus criaturas.  Dios, “nos da la gracia, la alegría de celebrar en el corazón de su Hijo las grandes obras de su amor. Podemos decir que hoy es la fiesta del amor de Dios en Jesucristo, el amor de Dios por nosotros, el amor de Dios en nosotros”:

“Hay dos aspectos en el amor. En primer lugar, el amor está más en el dar que en el recibir. El segundo aspecto: el amor está más en las obras que en las palabras. Cuando decimos que está más en dar que en recibir, es que el amor se ‘comunica’: siempre comunica. Es recibido por la persona amada. Y cuando decimos que está más en los hechos que en las palabras: el amor siempre da vida, hace crecer”.

Pero para “comprender el amor de Dios”, el hombre tiene necesidad de buscar una dimensión inversamente proporcional a la inmensidad: es la pequeñez, “la pequeñez del corazón”. Moisés, recuerda, explica al pueblo judío que ha sido elegido por Dios porque era “el más pequeño de todos los pueblos”. Y Jesús alaba al Padre “porque ha escondido las cosas divinas a los sabios y las ha revelado a los pequeños”. Así, lo que Dios busca en el hombre es una “relación de papá-hijo”, lo “acaricia”, le dice: “yo estoy contigo”...

“Esta es la ternura del Señor, en su amor; esto es lo que Él nos comunica, y da fuerza a nuestra ternura. Pero si nosotros nos sentimos fuertes, no experimentaremos nunca la caricia del Señor. Las caricias del Señor, tan bellas ... tan hermosas. ‘No temas, Yo estoy contigo, te llevo de la mano’... Son palabras del Señor que nos hacen comprender ese misterioso amor que Él tiene por nosotros. Y cuando Jesús habla de sí mismo, dice: ‘Yo soy manso y humilde de corazón’. También Él, el Hijo de Dios, se abaja para recibir el amor del Padre”.

Otro signo particular del amor de Dios es que Él nos amó a nosotros “primero”. Él está siempre “antes que nosotros”, “Él está esperándonos”...

Y hemos de pedir a Dios la gracia “de entrar en este mundo tan misterioso, sorprendernos y tener paz con este amor que se comunica, que nos da alegría y nos lleva por el camino de la vida como a un niño, de la mano”...

“Cuando llegamos, Él está. Cuando lo buscamos, Él nos ha buscado antes. Él siempre va por delante nuestro, nos espera para recibirnos en su corazón, en su amor. Y estas dos cosas pueden ayudarnos a comprender este misterio de amor de Dios por nosotros. Para expresarse necesita de nuestra pequeñez, de nuestro abajamiento. Y, también, necesita nuestro asombro cuando lo buscamos y lo encontramos ahí, esperándonos”.

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