sábado, 24 de agosto de 2013

“Estrecha es la puerta y angosto el camino”

Escrito por Mariola Lopez -RSCJ- de su Libro: Cuando el Evangelio irrumpe en el cuerpo

“ Uno de los soldados le abrió el costado con una lanza,  y al punto brotó sangre y agua ” (Jn 19, 31-37 )

La corriente del amor del Padre se ha desbordado en él, y lo ha cruzado por entero. Esta es la dirección del camino que nos mostraba cuando subía a Jerusalén. Es el único lugar donde podemos descansar nuestra vida tal como es. Un camino de  amor decididamente ofrecido, abierto, tan infinitamente bueno que llega a abrazar el mal y lo transforma.

Su Costado Abierto es el  lugar por donde volvemos a Dios con todos; donde aprendemos quién es Él  y quiénes somos nosotros. Es un camino que nos cruza del temor a la confianza,  de la ansiedad al abandono, del retener la propia existencia a entregarla, del miedo a la libertad, de la muerte a una vida sin fin. Él nos lo ha abierto con su cuerpo pobre y expuesto. Si vemos el efecto que va haciendo un hilo de agua en la roca, cuánto más hará en nuestras vidas la Corriente imparable de su amor. Un amor que reclama impaciente a todos los despreciados, a  todos los prohibidos.

Vengan por agua los sedientos, los que no tienen dinero, los que no pueden pagar ...” (Is 55). Jesús en la cruz es el sediento que nos ofrece el agua viva. Tiene sed de que tengamos sed de él, de que queramos corresponderle, recibir este amor hasta el fondo, consentir. Ha pagado un precio muy alto para que tengamos vida, una gran vitalidad (Jn 10). Y esto gesto ha hecho preciosa cada vida humana, la ha dignificado, la ha embellecido.  Murió de amor por nosotros.
Todo está cumplido ” (Jn 19, 30), había dicho antes de morir. Lo que se ha consumado, lo que se ha cumplido, es el amarnos hasta el fondo y hasta el  extremo. Inclinando la cabeza entregó el espíritu, nos dio lo mejor de sí mismo, en la herida de su costado derramó para todos el Espíritu que lo había conducido a amar así.

"El costado abierto ha hecho su Corazón accesible a todos pero no como una plaza o una pensión es decir, no sin dolor y sin dificultad, está abierto por una herida, con entrada libre, abierto sin defensas con una increíble vulnerabilidad; siempre y en todas partes” (Helen  McLaughlin, rscj). Como un regazo en el que nos recoge a todos. “ Vengan a mí –nos dice ahora sin palabras desde la cruz-  todos los cansados y agobiados, que yo os daré descanso”  

Jesús se ha dejado vaciar de sí mismo para que pudiéramos entrar nosotros; invitándonos a sacar agua no con temor sino con gozo (Is 12, 3), porque las fuentes de la salvación son sus heridas. Se ha rasgado el velo del templo y el Dios retenido se ha expandido en el cuerpo herido y abierto de Jesús. Ha sido crucificado fuera de las murallas de ciudad santa, donde morían los malditos y abandonados de Dios (Dt 21, 22). Llevándole a Él a todos ellos, portando allí su presencia de una manera definitiva.

Su Costado es para nosotros la puerta estrecha que cruzamos cuando hemos conocido el amor y creemos en él, y el camino angosto a lo largo del cual vamos siendo curados, y reconciliados, hermanados unos con otros.  Allí bebemos el agua de su compasión. Allí nacemos como hombres y mujeres nuevos de este parto de Jesús, cuando rompe en el agua y la sangre como la mujer al dar a luz (Jn 16, 21).  Nace y nos está haciendo nacer desde la cruz,  a una vida nueva, a la que nos invita ya desde ahora. “Hoy estarás conmigo”( Lc 23, 43), le había dicho al rechazado que compartía su lado en la cruz. Nacer de raíz de su amor de madre,  porque es un amor que no transforma sin dolor.

Su Costado abierto es  puerta estrecha y preciosa que nadie podrá cerrar (Ap 3, 8) por la que el mismo Pastor nos cruza, el que se entrega libremente, el que ha cuidado de sus ovejas poniendo en juego su propia vida (Jn 10). La Puerta del Camino Bueno que lleva al Padre Bueno..."

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