sábado, 23 de marzo de 2013

Jesús Entra a Jerusalén, en paciencia...

Esta es una desgrabación de la Homilía del Papa Francisco, cuando era el cardenal Jorge Mario Bergoglio s.j., en la Misa Arquidiocesana del Domingo de Ramos - en Buenos Aires  en el Año 2010 
          
            "La Oración al comienzo de la misa la dirigíamos a Dios, al Padre y le decíamos: “Tú que nos has mostrado la humildad de tu Hijo”. Jesucristo es el camino de la humildad de Dios, de la humillación de Dios. Se abajó. Siendo Dios se abajó a ser uno como nosotros. No sólo compartió nuestra vida sino que cargó nuestros pecados para vencer la muerte del pecado con su muerte y resurrección. Y hoy, Domingo de Ramos, que un poco hay algo de festivo pero con un horizonte negro del destino que le espera al Señor, como acabamos de escuchar en la Lectura de la Pasión, lo vemos entrar montado en un burro, la gente contenta porque lo quería mucho porque se pasó haciendo el bien, enseñando y sanando a todos. Pero ya se estaba tejiendo toda la trama para su humillación definitiva.
            Jesús entra en Jerusalén. Pero podemos decir que entra en paciencia. Entra a padecer. No va a abrir la boca. Dicen “como cordero llevado al matadero”. Calla. Mansedumbre total mientras el demonio manda a todos los suyos para cometer las atrocidades mas grandes: la mentira, la calumnia, la injusticia de un juicio en el que se lavan las manos… y bueno, que el delincuente quede suelto y al justo lo condenamos. Era cuestión de no perder el puesto: es sacrificado a las ambiciones de un gobernador. Las burlas… le escupen en la cara… una noche torturado en un calabozo… los latigazos… la corona de espinas y después… llevar el palo de la cruz. Y Jesús seguía en paciencia. Es nuestro Dios, el Señor de la Paciencia. Nuestro Dios que vino para hacerse paciente por mis pecados, para salvarme a mí. Cada uno de nosotros, con toda verdad, hoy puede decir que no le es indiferente a Jesús. Jesús se involucró en la vida de cada uno de nosotros! No con la vida de todos nosotros al voleo! Sino de cada uno con nombre y apellido! Jesús sabe lo que me pasa a mí! Jesús sabe lo que pasa en tu corazón! Y en el de cada uno de ustedes… Jesús pagó por mí! Y por cada uno de ustedes…
            Jesús entro en paciencia. Y nosotros cómo nos impacientamos… con que soberbia a veces pretendemos que se nos trate como justos cuando al justo se lo trató como pecador. Les propongo que en esta Semana miremos al Señor, a ese Señor de la paciencia, a ese Señor que me tuvo paciencia! Que me tiene paciencia! Y que todos los años me hace celebrar la Semana Santa y la Pascua; me espera cada año y me sigue esperando. Miremos a Jesús que más que a Jerusalén entra en paciencia a padecer.
            Que cada uno reaccione frente a ese Jesús según lo que siente. Es difícil el camino de estar en paciencia con Jesús. Es difícil contemplarlo con esa paciencia que me tiene. Miren, no olvidemos que en la vida cristiana, cuando tenemos que andar un camino seguro, hay una sola mano: agarrate de la mano de la Madre. Ella lo acompañó en este camino del Calvario y se quedó al pie de la Cruz. Agarrate fuerte de la mano de María y pedile: “Madre, enséñanos a contemplar cómo tu Hijo entra en paciencia por mí”. Y ella, si se lo pedimos, nos dará esa gracia.   
   
Buenos Aires, sábado 27 de marzo de 2010.
Cardenal Jorge M. Bergoglio, s.j.

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