lunes, 14 de enero de 2013

Volver a Aprender la Belleza de la Sencillez - 2da. Parte

Al comienzo del Tiempo Ordinario, les comparto la 2° parte de la Entrada: 
"Volver a Nazaret a aprender la Belleza de la sencillez" -día 28 de Diciembre-, para seguir ahondando en la Escuela de la Cotidianeidad...

Fuente: Familia Espiritual Carlos de Foucauld


• Nazaret es una presencia anónima, escondida. Una palabra silenciosa. La levadura en la masa, la sal de la tierra. Es el tiempo de la oración y del silencio: oración en el trabajo de las manos, oración silenciosa en las largas noches del desierto... oración como aquella familia de Jesús cargada de secretos: secreto de Dios, secreto de María, secreto de José, secreto de Jesús, en donde cada uno respeta el secreto del otro. 

Y es que el pobre, como el sencillo, tiene una especial capacidad para la alabanza y la acción de gracias, porque no se tiene a sí mismo. Esto le lleva abandonarse en las manos de Dios, a entregar su propia voluntad y a vivir en disponibilidad de servicio, en una entrega generosa y desinteresada, sin cálculos egoístas, abierto con sencillez a la gratuidad, convencido de que nadie le debe nada, porque todo lo que tiene lo ha recibido. Así, su propia sencillez le lleva a ponerse en las manos de Dios. "Tú eres mi Señor, mi único bien... Ningún bien tengo sin Ti"... Sabe que sin Él es nada, se siente en absoluta dependencia de Aquel a quien ama... Esta sencillez del alma hace sentir la necesidad de ser de todos, de multiplicarse para agradar a todos, para llegar a todos... sin mirar lo que le queda para él. No se contenta con dar el pan... Si pudiera, él mismo se haría pan... sabe ser corazón cuando el otro necesita amor, sabe poner alegría donde hay tristeza, sabe escuchar, y también necesita hablar, comunicar, desahogar su corazón y ser escuchado, porque también se siente débil...y se olvida de su tiempo para darlo a los demás. Sabe ser abierto, busca y ama la sencillez, la simplicidad, la transparencia. No tiene dobles intenciones, no oculta nada y mira siempre a los ojos. 

En María de Nazaret tenemos el espejo de la sencillez. Oyente de la Palabra de Dios, abierta al Espíritu, consciente de su pequeñez, nos dejó el mejor elogio de la alabanza que su alma de pobre hizo al Señor: El Magníficat.

• Nazaret es también descubrir la importancia de lo insignificante, de lo irrisorio. Serán siempre grupos pequeños, pequeñas cosas, lo que hagan de levadura y de sal.

• Nazaret es descubrir que la vida cotidiana, la nuestra y la de los demás, nos es común. El Espíritu del Resucitado está aquí para dar valor de eternidad. Descubrir que la fidelidad a lo cotidiano es la fidelidad de Dios, que quiere que seamos antes de hacer cosas. Hemos de aprender a leer los signos del Reino en el mundo.

• Nazaret es el tiempo de la paciencia. Saber que Dios trabaja siempre, es querer trabajar con Él, buscar lo que Dios quiere, hacer proyectos sin cesar, y sin cesar estar dispuestos a renunciar para entrar en otros proyectos, buscando el proyecto de Dios-

• Nazaret es ir a los menos amados, hacia los más pequeños. Sin eso, ¿cómo podrían recibir la Buena Noticia?

• Nazaret es también el tiempo de la soledad, el tiempo en el cual podemos descubrir que Dios nos quiere solitarios para ser solidarios.  Así Nazaret es central es esta decisión.

Nazaret es un camino nuevo en la Iglesia, en el que el testimonio de vida encarnada, tanto individual como colectiva, será lo que interrogará a los hombres.

• Vida normal, sencilla, encarnada con los otros, trabajando en el mismo compromiso de los demás hombres.

• Vida comunitaria, en comunidad con otros...

• Vida que conoce la presencia redentora del Misterio: Presencia redentora del Señor viviendo aquí, de esta manera.

NAZARET ES UN FERMENTO QUE SIEMPRE ESTA CRECIENDO...

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